domingo, 30 de septiembre de 2018

La medicina de la vida

La imagen puede contener: 1 persona, sonriendo, sentado


Entre los pasillos del hospital Carlos Queen deambulaban algunos de sus pacientes. Por lo general, las personas que estaban siendo cuidadas por los enfermeros no generaban mayores problemas; eran obedientes, pues el trato que se les brindaba era muy cariñoso y cálido. Pero una de las pacientes, una mujer de unos cincuenta años, había sabido ganarse la fama de testadura y problemática. Tal era el caso, que un joven psicólogo fue asignado para ayudarla a regularizar su situación, y por ende, su medicación. Cuando el joven principiante de la medicina entró a la habitación de la paciente en cuestión, se encontró con una señora de unos cincuenta años, en silla de ruedas y con un suéter y gorro rojo.

— Así que es usted la que está causando problemas — dijo el joven psicólogo en tono socarrón.
— No — dijo la señora imitando un puchero y luego sacándole la lengua a su nuevo doctor.
— ¿Está usted loca? — preguntó nuevamente el médico en tono esta vez de broma.
— No, pero yo me tomo la vida con sentido del humor.
— Cuénteme más — y comenzó a anotar en su cuaderno, al tiempo que se sentaba en una silla al lado de la paciente.
— ¿Puedo hacerle una pregunta yo a usted?
— Claro.
— ¿Usted vive la vida o la analiza?

El psicólogo quedó con la boca abierta, viendo como la señora que tenía enfrente sonreía con unos ojos iluminados por la alegría.

— La vivo — dijo guiado por el impulso.
— Entonces deje de anotar y míreme a los ojos.
— Está bien, haremos lo que usted quiera.
— ¿Sabe que estaba haciendo yo hace un mes?
— No, imagino que…
— Estaba caminando, manejando y trabajando. Toda mi vida fue una agenda, toda mi vida estuvo anotada de principio a fin. En lugar de vivir, me preocupe por analizar los pro y los contra, quise controlar todo cuanto me sucedía — concluyó y siguió a continuación un intenso silencio.
— ¿Y qué paso? — preguntó el médico con curiosidad inocultable.
— La vida, eso pasó… me demostró que no hay que planificar, que las cosas si tienen que suceder suceden, y no hay mucho para hacer más que seguir adelante… disfrutando la vida a cada instante.

El silencio se hizo cómplice nuevamente en la habitación. Un agudo sentimiento recorrió el cuerpo del especialista, un sentimiento producido por la rotunda y firme verdad.

— ¿Ahora qué debo tomar para estar mejor? — preguntó la señora.
— Nada — respondió el médico — usted ya se toma la vida como hay que tomársela…

- Alan Spinelli Kralj -