En un futuro no tan lejano, la ciencia ha avanzado a ritmos impensados. Prácticamente todas las enfermedades poseen cura, el dinero ya preocupa solo a algunos pocos, las guerras se han detenido. En el interior del laboratorio QUIMCER los científicos debaten acerca de un nuevo tratamiento experimental.
- Sujeto de prueba uno – dijo el Dr. Cosme – favor de acercarse a la sala A.
- Doctor – dijo la asistente Nilda – hoy haremos historia.
- Claro que si mi querida Nilda – dijo mientras acomodaba unos instrumentos de medición – hoy será el mayor avance de todos los tiempos.
La sala se encontraba completamente iluminada de un color blanco brillante. En medio, una silla cómoda, acompañada de una mesita con una jeringa y un líquido azul.
- Hola – dijo el sujeto uno mientras ingresaba al recinto – mi nombre es Marcos.
- Buenos días – dijo secamente el Dr. – preferimos no llamarlo por el nombre.
- Tome asiento – dijo Nilda amablemente.
- Gracias.
- ¿Es consciente, sujeto uno, de por qué está aquí?
- Sí – dijo tibiamente – no tengo dinero, ni comida, ni un techo donde dormir… y este lugar me ofrecía todas esas cosas.
Un silencio se produjo entre los tres participantes del proyecto médico. Todos intentaron hacer de cuenta que nada sucedía.
- Usted está aquí – continuó el doctor – porque probará un nuevo tratamiento que hará historia.
- ¿Y en qué consta?
- Introduciremos en su cerebro un líquido que hará desaparecer sus conflictos internos y sus problemas.
- Pero yo no tengo problemas ni conflictos – dijo mientras tomaba asiento.
- Usted acaba de decir que no tiene ni techo, ni comida ni dinero.
- Pero esos no son problemas internos, son externos.
Otro gran silencio se produjo en la sala. Los ambos de los doctores contrastaban con la ropa desvencijada de Marcos.
- Pero sus problemas externos tienen un origen interno, sujeto uno.
- Soy un hombre feliz, con la consciencia tranquila y el corazón en paz… ¿qué relación tiene eso con no tener dinero, techo o comida?
- Bueno…
- Usted, doctor, tiene aparentemente conflictos internos y problemas. ¿Por qué no prueba el tratamiento?
- Yo no tengo problemas Marcos, yo estoy sano.
- Usted lo que tiene es un buen pasar económico y mucho prestigio doctor, pero ¿acaso es feliz?
Los ojos del Dr. Cosme se llenaron de lágrimas, su rostro palideció y sus piernas se aflojaron. Mientras tanto, Pedro no perdía su sonrisa, y la asistente Nilda se vio conmovida.
- Gracias Marcos – dijo finalmente Nilda – su prueba ha terminado.
- ¿Y cuál es el diagnóstico?
- Que usted está sano y nosotros enfermos…
- Alan Spinelli Kralj -