martes, 16 de octubre de 2018

Espejito rebotón

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Un hombre llamado Jorge caminaba por las calles de la ciudad. Se había levantado muy temprano ese día y comenzado la mañana caminando, caminando y observando todo cuanto le rodeaba. Miraba con detenimiento a todo aquél que se cruzara en su camino.

- ¡Ey tú! – dijo de repente gritando – vago, ¿por qué no vas a trabajar en lugar de estar holgazaneando?

Su entrecejo estaba fruncido, su rostro tenía un semblante de disgusto e indignación. Jorge había comenzado con mucho entusiasmo la mañana, pero poco a poco su humor fue cambiando hasta transformarse por completo. De repente, entró en el almacén del barrio, y continuó observando a los vecinos.

- Yo no sé – dijo interrumpiendo el buen clima – como ustedes están hablando por las espaldas de los vecinos, no tienen remedio – concluyó y dio media vuelta, saliendo del local.

Aparentemente Jorge estaba cruzándose con personas que a su parecer eran indeseables. Desde muy temprano estaba renegando de su barrio y su gente. Todos a su alrededor estaban haciendo las cosas mal, o por lo menos no estaban siendo como él. Finalmente tomó asiento en una plaza, y procedió a observar. Un anciano estaba dándole de comer a las palomas, sin molestar a nadie y disfrutando de su soledad.

- No le da vergüenza, un hombre de su edad jugando con animales tan sucios – soltó un grito de furia y continuó su camino.

Mientras su caminata de indignación y recelo seguía su curso, Jorge se cruzó con una madre y su pequeño niño. Iban juntos de la mano, jugando con las baldosas del suelo. Ambos con una gran sonrisa en el rostro.

- Ustedes – señaló Jorge – juegan y se ríen de todo, sin entender que la vida es una porquería – dijo al tiempo que golpeaba un árbol con su mano, y continuaba su camino.
Madre e hijo quedaron pasmados por la situación. Se miraron, y comenzaron a charlar, al tiempo que Jorge se perdía por las calles.
- Mamá – dijo el pequeño - ¿por qué ese señor estaba tan enojado y nos dijo esas cosas?
- Quizá porque está enojado con su propia vida, e intenta culpar a otros por las decisiones que ha tomado.
- Y ¿por qué iba caminando y hablando mientras se miraba en un espejo de mano?
- Puede ser que esté loco… o puede ser que todo aquello que le está diciendo a la gente en realidad se lo esté diciendo a él mismo.
- ¿Y no se da cuenta?
- Muchas veces, hijo, las personas culpan a los demás de cosas que ellos mismos representan o hacen… y algunas veces pasan así sus vidas sin darse cuenta.


- Alan Spinelli Kralj -