lunes, 1 de octubre de 2018

Junto al Sol de la tarde

La imagen puede contener: árbol, planta, tabla, exterior y naturaleza


Lorena se levantaba por la mañana, desayunaba en silencio, observaba a su familia y los miraba con un amor sin igual; disfrutaba sus rostros, sus gestos, sus charlas, hasta sus peleas, pero todo en silencio. Luego se iba a su trabajo, y lo hacía de la mejor manera; no protestaba, no se peleaba realmente con nadie, no se guardaba nada y decía todo como le parecía, disfrutaba realmente tener trabajo y poder ser buena en él. Por las tardes caminaba por el barrio, tocaba la corteza de los árboles, respiraba la fragancia de las flores, escuchaba el sonido de los pájaros, le sonreía a todo aquél que pasaba. Más de una vez caminaba por las góndolas de los supermercados y se reía al darse cuenta de todas las cosas que no necesitaba comprar, porque la felicidad estaba en su interior… y no en las cosas.

Una tarde a la salida del trabajo, Lorena se sentó a merendar en una plaza. Mientras observaba a las palomas, un niño se le acercó y comenzó a hablarle.

— Hola — dijo el niño mientras se sentaba junto a ella en un banco.
— Hola bichi — dijo Lorena generando empatía — ¿cómo estás?
— Muy bien, ¿y vos?
— También muy bien. Feliz. Sin ninguna preocupación más que la de disfrutar.
— Me parece perfecto, ya era hora que dejaras de preocuparte.
— ¿Por qué lo decís? — preguntó con curiosidad mientras dejaba su merienda.
— Porque hasta hace unas semanas te estabas preocupando de más, por esto y por aquello.
— No entiendo a qué te referís — dijo asustada y algo preocupada.

El niño se incorporó y estiró los brazos. Luego, le sonrió.

— ¿No te sentís mejor ahora que los médicos no son una preocupación en tu vida?
— ¡Ay Dios! — dijo gritando — me olvidé de los turnos que me dio el médico.
— ¿Ya no te preocupas por tonterías como el tránsito a la hora de ir a buscar a tus hijos al colegio?
— ¡Mis hijos! — gritó nuevamente — tengo que ir a buscarlos, se me pasó por completo.

El niño continuaba mirando a Lorena con la misma sonrisa pícara. Pateó una piedrita del suelo y volvió a regalarle una sonrisa.

— ¿Qué me está pasando? — le preguntó como quien busca respuestas.
— ¿Tú qué crees?
— Es como si hubiera olvidado todo, incluso como si hubiera olvidado que… — se hizo una pausa, y continuó con la mirada perdida — estoy enferma.
— Ya no lo estás…
— ¿Qué pasó con mi enfermedad?
— Murió… contigo.
— ¿Y por qué ya nada me preocupa? ¿Por qué me siento tan bien? ¿Por qué nada me duele ni estoy triste?
— Porque cuando las personas mueren finalmente terminan de entenderlo todo Lorena, ya no hay preocupaciones, ni sufrimiento, ni nada que se le parezca… tu cuerpo murió y tu espíritu se liberó.
Pasaron unos minutos hasta que Lorena pudo comprender lo que sucedía. Se paró, miró con los ojos directo al Sol y lloró de emoción.
— ¿Quién sos? — sin apartar la vista del Sol.
— Te lo voy a explicar en el camino…

Y ambos desaparecieron junto al Sol de la tarde…

- Alan Spinelli Kralj -