En el medio de la verde llanura se encontraba una carpa gitana. Sus coloridos toldos se veían a la distancia, y sus adornos dorados y rojos daban la impresión de ser un lugar festivo. En el centro de la carpa, por sobre la puerta, un gran ojo tallado observaba todo cuanto sucedía. Hasta este remoto lugar había llegado Hernán, un joven de treinta años. Tenía grandes problemas de sobre peso, y su andar y respiración eran lastimosos. Por recomendación de amigos, había decidido dejar de lado los médicos, para concentrarse en el factor mágico-religioso.
- Buenos días joven – dijo la vieja gitana - ¿qué te trae por aquí?
- Señora – dijo mientras se sentaba con sumo cuidado – los médicos no encuentran respuestas ante mi problema con la comida.
- ¿Has probado operaciones? – preguntó mientras observaba una bola de cristal y sus ojos brillaban.
- He probado todo, pero no puedo dejar de comer – hizo una pausa para respirar – mis más de doscientos kilos siguen en aumento.
De repente, la gitana ingresó en un profundo transe que acompañó con canciones Romaní (lengua gitana). Sus párpados cerrados se movían rítmicamente, y su semblante cambió.
- La respuesta está en tus padres, pregunta por Silvia.
*
El domingo, mientras grandes cantidades de comida se habían servido e ingerido, Hernán estaba algo inapetente. Sus padres se preocuparon, ante la actitud extraña de su hijo.
- ¿Qué te sucede? – preguntó la madre.
- ¿Quién es Silvia?
Un gran silencio se hizo presente en la mesa.
- Hijo – dijo el padre – no creo que sea momento…
- ¿Quién es Silvia? – volvió a preguntar, mientras la madre rompía en llanto.
- Silvia era tu hermana, murió unos años antes de que nacieras.
- ¿Por qué nunca me dijeron nada?
- Queríamos protegerte Hernán – dijo el padre – además, no lo creímos importante.
- ¿Cómo creyeron que no era importante? – dijo violentamente.
- Porque una vez que vos llegaste a nuestras vidas, Silvia quedó en el pasado, y vos ocupaste su lugar.
En ese preciso momento Hernán entendió todo, su inconsciente reaccionó y comprendió. Su trastorno con la comida tenía que ver con energías y emociones familiares; Hernán había venido a este mundo a reemplazar a su hermana, Hernán era uno y era dos; su cuerpo físico era uno, pero sus cuerpos emocionales eran dos.
Finalmente, Hernán comenzó a llorar, y recordó las últimas palabras de la gitana: “cuando descubras quienes habitan en ti, todo se resolverá”
- Alan Spinelli Kralj -