lunes, 1 de octubre de 2018

Como el agua

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Carlos se encontraba bebiendo una cerveza artesanal en un bar del centro de la ciudad. Vestía muy bien, reloj y anillos en sus manos. Había pedido una cerveza rusa, muy pequeña y costosa, pero sabrosa. Una sonrisa dibujada en su rostro hacía que las miradas de los demás clientes se posaran en él. Su pie se movía rítmicamente al compás del Jazz que sonaba de fondo. Para quienes tenían el agrado de observarlo, Carlos se mostraba como un hombre exitoso.

— Perdón por la tardanza — dijo un hombre también bien vestido mientras se sentaba al lado de Carlos.
— Hola Juan — dijo mientras se abrazaban en un cálido saludo.
— ¿Cómo andan las cosas? Me dijiste que tenías que hablar conmigo.
— Si, pero no te preocupes, es solo para charlar, hace mucho que no nos veíamos.

La conversación fue avanzando, al igual que la noche, es decir que a mientras más noche, más charla.

— Quiero que me cuentes sobre el trabajo — dijo Juan, mientras tomaba otro trago de la cerveza que Carlos había invitado.
— Me despidieron.
— ¿Qué? — preguntó con asombro, mientras abría sus ojos.
— Así como suena, después de tres años de intenso trabajo me dijeron que me fuera.
— Pero… no lo entiendo. ¿Cómo estás tan tranquilo si sabes que te quedaste sin trabajo?
— Vos me conoces hace mucho Juan, mi vida ha sido siempre movimiento, siempre me he tenido que adaptar a todo cuanto me sucedía… muertes, abandonos, separaciones, dolores, pobreza, incertidumbre.
— Pero…
— Durante tres años tuve un excelente trabajo, me fue genial; viajé, volé, conocí, disfruté… hoy mi vida vuelve a cambiar, y no me queda otra alternativa más que ser como el agua, que se adapta según el recipiente.
— Wow… — dijo Carlos intentando procesar información — ojalá pudiera tomarme la vida como vos.
— ¿Sabes cuál es la premisa que rige mi vida para no aferrarme ni a lo bueno ni a lo malo?
— No.
— “Esto también pasará”

- Alan Spinelli Kralj -