lunes, 13 de febrero de 2017

La niña y el maestro


Durante los primeros años de colegio, María fue una alumna más, pero si de algo podemos estar seguros es que no fue solo una niña más. Desde sus intereses, sus juegos, desde sus preguntas y también desde sus respuestas, siempre fue la “distinta”. María podía pasar horas hablando con los árboles, sus tardes transcurrían entre pájaros, sapos y mariposas. Contrario a los niños de su edad, María amaba dormir la siesta, porque decía que en sus sueños podía volar, podía hablar con espíritus que le enseñaban cosas, María en sus sueños era una heroína, era una aventurera, era indomable, María podía ser lo que quisiera ser.

Una mañana, un maestro preguntó a María:

      ¿Qué tiene en el bolsillo? —
      Un caballo — dijo la niña
      No es posible — dijo el maestro.
      Tengo un caballo que come hojas de menta, y bebe café — dijo la niña.
      Por mentirosa tiene un cero en conducta —
      Mi caballo canta, toca el armonio y baila boleros — dijo la niña.
      ¿Se volvió loca? —
      Mi caballo galopa dentro del bolsillo de mi delantal y salta en el prado que brilla en la punta de mis zapatos — dijo la niña.
      Eso es descabellado —
      Mi caballo es rojo, azul y violeta; es naranja, blanco o verde limón, depende del paso del Sol. Tiene ojos color de melón y una cola larga que termina en flor — dijo la niña.
      Tiene cero en dibujo —
      Mi caballo me ha dado mil alegrías, ochenta nubes, un caracol, un mapa, un barco, tres marineros, dos mariposas y una ilusión — dijo la niña.
      Tiene cero en aritmética —

      Qué lástima que usted no vea el caballo que tengo dentro del bolsillo — dijo la niña, que sacó al caballo de su bolsillo, montó en él… y se fue volando.