Rubén era un hombre como tantos otros, pero tenía una
particularidad que lo hacía especial: era consciente de su propia existencia, y
por eso buscaba la purificación de su alma con ahínco. Fue por eso que decidió
viajar hasta los confines del mundo, hasta los mismísimos pilares del cielo: las
montañas del norte argentino. Claro que Rubén tuvo que pasar diversas aventuras
que pusieron a prueba su perseverancia y sus ganas de ser un hombre puro. Horas,
días y hasta meses pasaron desde su peregrinaje, pero luego de tan
extraordinaria aventura, Rubén llegó a las puertas de un importante Chamán de
las alturas: El viejo “Tanti”, anciano de renombre por sus técnicas mágicas y
su inmensa sabiduría.
El chamán permanecía sentado sobre una roca; su rostro
estaba lleno de arrugas, pero un halo de luz y serenidad lo cubrían. Sus ojos
estaban ciegos debido a su edad, pero sus demás sentidos se encontraban tan
finos como los de un felino.
—
Buenos días peregrino — dijo el sabio.
—
Buenos días señor — respondió con vergüenza — mi
nombre es… —
—
¿Qué es lo que quieres Rubén? — dijo secamente.
El peregrino se dio cuenta que estaba ante un poderoso
chamán, más poderoso de lo que él creía. Desde el momento en que se había
visto, aquél hombre supo su nombre y fue directo al grano.
—
Busco purificarme gran señor, y es por eso que… —
—
Debes pronunciar las palabras claves para poder
ser purificado —
—
No conozco las palabras de las que habla, pero
puedo aprenderlas — dijo mirando el suelo.
—
Claro que no puedes aprenderlas, ese
conocimiento le está vedado a personas como tú — dijo con desprecio — Para ti solo
existe un camino y es el más difícil y terrible de todos —
—
Estoy dispuesto a todo —
—
Está bien — dijo con sonrisa maliciosa —
siéntate en esta roca y enseguida vuelvo — al tiempo que se levantaba y se
dirigía al interior de su choza —
Rubén no sabía lo que estaba sucediendo, pero de algo estaba
seguro: quería ser purificado para poder limpiar los errores de su pasado, de
modo que accedió sin pensar siquiera en lo que podía enfrentar.
El sabio Tanti salió de su choza con una jarra repleta de un líquido blanco.
El sabio Tanti salió de su choza con una jarra repleta de un líquido blanco.
—
Ahora Rubén debes cerrar los ojos — dijo
mientras levantaba por sobre su cabeza la jarra.
—
Está bien —
—
Recibirás el baño sagrado, la sabiduría Inca
recorrerá tu cuerpo y serás purificado y sanado de todo mal —
El líquido fue vertido sobre la cabeza de Rubén y avanzó por
sobre todo su cuerpo. Su aroma era conocido, pero al no tener permitido abrir
los ojos sensaciones desconocidas lo invadieron por completo. Rubén sintió como
todos sus pesares y pecados le eran perdonados. Pudo percibir con todo su ser
como la purificación llegaba a su vida, y lo dejaba libre de todo mal. Cuando
le fue ordenado, abrió los ojos y con lágrimas nublando su vista abrazó a aquél
viejo chamán entre montañas.
—
Gracias, gracias, gracias — dijo emocionado — me
ha limpiado por completo gran Maestro.
—
Pero claro joven, la leche de cabra es tan pura
como el agua — dijo entre risas.
—
Pero… — titubeó — acaso ¿no dijo que era un baño
sagrado? — preguntó con desconcierto.
—
¿Y acaso tú no lo sentiste así? —
—
Sí, pero… —
—
Pero nada, no hay peros. ¿Delante de quién te
encuentras? —
—
De un chamán entre montañas —
—
Y yo me encuentro delante de una persona que ha
recorrido cientos de kilómetros con la sola intención de que sus pecados fueran
perdonados. Has hecho un peregrinaje extraordinario porque realmente estas
arrepentido de las cosas malas de tu vida, y has estado dispuesto a una prueba
final que podría haber sido fatal… Déjame decirte que me encuentro delante de
una persona que, sin saberlo, hace mucho tiempo fue purificada y perdonada…