martes, 7 de febrero de 2017

No era mi hora



Volvíamos hace una horas del campo, nada del otro mundo, nada que no hubiéramos hecho antes innumerables veces. Mientras viajabamos con mi compañera, el atardecer se hizo presente y a lo lejos una paleta de colores naranja, rojo y amarillo nos emocionó al borde de las lágrimas. Las nubes, los árboles y el Sol nos dieron un claro mensaje de espiritualidad, un mensaje donde Dios se hacía presente ante nuestros ojos.

- Si eso no es Dios, no sé que es - dijo mi esposa.
- Claro que es Dios, está presente en todo - dije - ¡Cuánta belleza! - concluí.

El promedio de velocidad al que viajábamos era de alrededor de 110 Km/h. Nada poco usual. Una vez que dejamos la ruta y nos acercamos a la ciudad, sentimos una explosión en la parte delantera del auto, que nos hizo levantar del suelo. Automáticamente mis instintos me dijeron que me "tirara" lentamente hacia la derecha. Bajamos del auto y literalmente la rueda había "EXPLOTADO". El accidente fue a metros de una gomería, y un hombre vino a ayudarnos. Cuando observó la rueda destruída nos habló con cara de asombro y perplejidad.

- Si esto les pasaba en la ruta se mataban chicos - afirmó - no la cuentan -
- Venimos de la ruta - le dije.
- Entonces tienen un Dios aparte - nos dijo mientras nos ayudaba.

Para mis adentros pensé - "no tenemos un Dios aparte, tenemos una conexión especial con Dios, donde vivimos en comunión con él, con la naturaleza, con todo cuanto nos rodea; es por eso que, al momento de tener un accidente, Dios quiso que fuera en el momento indicado, con la gente indicada, a la velocidad indicada...


¿Cuál es la reflexión del día? que debemos estar en comunión con Dios, agradecidos. Cada cuál tiene su manera de conversar con Dios, y todas y cada una de las formas está bien. En una iglesia, una mesquita, un oratorio o la cama de nuestra casa... Dios no oye, démosle gracias por tanta GRACIA...