viernes, 10 de febrero de 2017

Las trabas


Cuenta el hablar popular, que en las legiones romanas se encontraron los guerreros más fuertes y disciplinados de la historia antigua. Y al igual que todo en el universo, las cosas exigen un orden, y los ejércitos romanos no fueron la excepción. El encargado de imponer rectitud en las tropas era un General llamado Calvio Rominux; un hombre fuerte, con experiencia, dotado de habilidades extraordinarias, pero por sobre todas las cosas… ambiciones.

Un día, las tropas marchaban hacia las Galias, esos pueblos bárbaros cargados de ira y salvajismo; pues sí, el Cesar deseaba ampliar sus dominios. Mientras encabezaba las legiones, Calvio Rominux se topó con un niño, el cuál vestía harapos en medio de la llanura. El general se acercó a él y le preguntó:

- Niño, ¿qué haces aquí? –
El pequeño levantó la vista, y replicó el comentario de aquél importante hombre.
- ¿Qué haces tú aquí Calvio? –
Aquél General no supo cómo reaccionar… ¿cómo sabe mi nombre? ¿quién es? ¿por qué está aquí preguntándome eso?
- Soy el General Romano Calvio Rominux, comandante de la cuarta, quinta y sexta legión Romana, hijo de… -
- Calvio – interrumpió el niño - ¿qué haces tú aquí? – volvió a preguntar
- Busco conquistar las Galias –
- ¿Para qué? –
- Para contentar al Cesar – 
- ¿Con qué propósito? –
- Busco ser alguien importante –
- ¿Para qué? –
- Para poder vivir tranquilo –
- ¿Y por qué no estás tranquilo aquí? –
- ¡Pues porque estoy rodeado de guerra, muerte y dolor! – gritó fuerte al viento… al darse cuenta que en aquella pregunta se hallaba su respuesta.

- Soy tan solo un niño – dijo el pequeño – pero creo que no es sabio vivir tranquilo y luego buscar la guerra para intentar conseguir lo que perdiste… -