En el centro mismo de la ciudad de Buenos Aires funcionaba un “bar de juegos”, es decir que las personas podían disfrutar de una cerveza o un trago y al mismo tiempo jugar juegos temáticos. El lugar era un galpón enorme re-diseñado y convertido en un excelente espacio nocturno. Tal era la fama de estos entretenidos juegos que un importante medio de televisión había ido a entrevistar a sus empleados y clientes.
- ¿Cuál es tu nombre? – preguntó un joven periodista al barman.
- Mi nombre es Simón – dijo desde el interior de su gran bigote.
- Cuéntanos un poco Simón – con voz de locutor - ¿qué es lo que la gente viene a buscar a este bar?
- Aquí la gente busca tomar cerveza, comer pizzas y divertirse.
- Muy bien – dijo animado - ¿y por qué crees que las personas eligen juegos a pesar de que ya no son pequeños?
- Bueno – dijo abstrayéndose – ahora que me lo preguntas pienso que tiene que ver con una búsqueda.
- ¿Una búsqueda? – preguntó esta vez nervioso.
- Si – con ojos perdidos – creo que aquí las personas se buscan a ellos mismos, buscan volver a ser niños. Por ejemplo – volviendo en sí – allí vas a ver a unos chicos que recién salen de la oficina y vienen a jugar fútbol tenis.
Un grupo de jóvenes estaba en el centro del lugar. Con sus camisas desabotonadas hasta la mitad y sus pies descalzos luchaban contra la rutina de la semana; reían, corrían e insultaban chistosamente.
- Si ves en aquella dirección – retomó el barman – podrás ver como un grupo de amigas ya son habitués del lugar y hasta tienen su mesa asignada.
Cuatro mujeres reían eufóricamente al tiempo que giraban una ruleta que les indicaba tomar tragos o no tomarlos. Carcajadas y hasta lágrimas de felicidad emanaban de ese grupo.
- Allí también podemos ver a unos muchachos que han venido desde lejos para encontrarse entre ellos y con ellos.
Tres jóvenes reían y golpeaban una mesa al ver los resultados del juego de mesa que estaban jugando. También podían escucharse sus anécdotas de cuando eran muy pequeños, todos recuerdos graciosos y divertidos.
- Y qué dirías de aquella jovencita – dijo el periodista señalando a una muchacha – ella no parece estar para nada divertida.
A lo lejos, bajo una gran lámpara de colores, una chica muy joven estaba apoyada sobre la baranda de una escalera. Su rostro estaba completamente apagado, serio y sin expresión alguna. No se la veía triste, pero tampoco contenta. El barman la observó por algunos segundos, hasta que por fin comprendió lo que sucedía.
- Aquella muchacha – dijo rompiendo el silencio televisivo – esta aburrida.
- Bueno – dijo sonriente el periodista – parece una contradicción que alguien esté aburrido entre tantos juegos.
- Es mucho peor que eso – dijo seriamente – aquella muchacha esta aburrida… porque su niña interior ha muerto.