martes, 12 de febrero de 2019

El hombre Santo

Resultado de imagen para guru



En la región más pobre de la India, un lugar era el más concurrido: Cibellá: Estaba rodeado de altas montañas y furiosos afluentes de agua contaminado. Era un poblado provisto con pocas casas y ningún edificio del gobierno o de alguna empresa extranjera. Con el correr de los años, este poblado se hizo famoso por un viejo Gurú espiritual que tenía fama de milagroso. Las personas emprendían de todas partes del mundo una peregrinación increíble para poder llegar y ser recibidas y atendidas por este hombre al que ya muchos consideraban un hombre santo.

Una mañana de invierno, las bajas temperaturas y los fuertes vientos asolaban el pequeño paraje, pero no eran suficientes las fuerzas de la naturaleza para hacer retroceder a las treinta personas que habían llegado al lugar en busca de tratamiento. Cuando los primeros rayos de Sol comenzaron a derretir las estalactitas matinales, las puertas de la choza del gran Gurú se abrieron para recibir a la muchedumbre. Uno a uno fueron recibidos los peregrinos.

- Buenos días – dijo la primera de las viajeras.
- ¿En qué puedo ayudarte? – respondió el Gurú.
- Me han diagnosticado Cáncer de médula ósea hace algunas semanas y… - fue interrumpida.
- Toma tres cucharadas por la mañana de este líquido que cuidadosamente he preparado.
- Muchísimas gracias Gran Gurú, te estaré siempre agradecida – dijo.

Mientras tanto, los asistentes del Gurú ayudaban a salir a la mujer y hacían entrar al siguiente viajero. Fuera de la choza todo era llanto, aplausos y exaltaciones.

- Gran Gurú – dijo el viajero – necesito su ayuda.
- ¿En qué puedo ayudarle? – respondió casi automáticamente el hombre Santo.
- Me han detectado una extraña enfermedad en el cerebro que… - nuevamente la interrupción.
- Toma tres cucharadas por la mañana de este líquido que cuidadosamente he preparado.
- ¿Tiene alguna contra indicación? – preguntó con lágrimas en los ojos.
- Si – haciendo un silencio – no lo tomes estando triste.

Una a una, fueron pasando la totalidad de los peregrinos. Quienes vinieron en búsqueda de ayuda para sus problemas eso fue lo que encontraron: ayuda. Sin embargo, cuando el viejo Gurú estuvo en la tranquilidad de su hogar, una última persona golpeó fuerte la puerta.

- ¿Qué puedo hacer por ti? – le dijo a un hombre en silla de ruedas.
- ¡Usted es un embustero, un estafador y una mala persona! – le gritó.
- ¿A sí? – preguntó - ¿por qué lo dices?
- Usted afirma tener la cura para todas las enfermedades, y eso es imposible.
- Sin embargo muchísimas personas se han sanado.
- Sí, pero no todas – volvió a responder violentamente – además lo he descubierto, conozco su truco.
- ¿Qué truco? – dijo irónicamente - ¿Has descubierto que no soy santo? ¿O que no provengo de familia Sagrada? ¿O acaso has descubierto que lo que le receto a las personas es solo agua con azúcar?

En ese instante aquel hombre en silla de ruedas palideció. No podía creer lo que estaba escuchando, sus deducciones habían sido ciertas pero crueles.

- ¿Por qué juega así con las personas? – dijo con lágrimas en los ojos – yo mismo he venido con un diagnóstico terminal y ahora me encuentro con esto.
- No llores, puede caerte mal el agua con azúcar que voy a darte – dijo sonriendo.
- Usted es un sínico.
- Voy a revelarte un gran secreto, además de los que ya te he revelado. Yo no soy un hombre santo, pero sí soy un canal.
- ¿A qué se refiere?
- Las personas que vienen a verme recorrer cientos, a veces miles de kilómetros en busca de sanar; escalan montañas, vuelas por los océanos, gastan muchísimo dinero viajando, se embaucan en un proyecto que les lleva semanas o hasta meses… ¿y sabes por qué se curan cuando toman agua con azúcar?
- No…
- Porque la cura siempre ha estado dentro de ellos, y la enfermedad se ha desvanecido a lo largo del viaje.
- Pero… - dijo sin saber qué decir.
- ¿Cuántos meses de vida te han diagnosticado?
- Solo un mes – dijo al tiempo que abría grandes sus ojos.
- ¿Y cuánto hace que te encuentras viajando?
- Tres meses…
- Felicitaciones, ya no necesitas el agua con azúcar.

- Alan Spinelli Kralj -